Arranca la ilusión

Suena el despertador. Ha pasado una noche interminable en la que los minutos se hacen horas y las horas se convierten en eternidad. La ansiedad que ayer no nos dejó dormir, hoy nos despierta con los ojos más abiertos que nunca. Miramos el reloj y saltamos de la cama suave y caliente como si estuviesemos llegando tarde a algún lugar. Pero no. Atrás quedan esos innumerables sueños en los que yo era la figura. Los 3 rivales que me amagaba y el arquero que dejaba pintado para festejar ese gol en el alambrado, se diluyen cuando me pongo las medias azules.

Mientras, pienso y respiro cuando puedo. Al instante me doy cuenta que tengo un jugador de fútbol dentro, pateando al centro de mi pecho. No para. Como lo solía hacer yo cuando era chico frente a una pared. Él no durmió.

Vuelvo a mirar el reloj: es la hora! Rapidamente me pongo ese pantalón, que al principio, es blanco. Agarro los botines, que por cierto, nunca estuvieron tan juntos y tan quietos, y me los ato con tal fuerza que temo que algún día me dejen. Cuando veo esa camiseta azul doblada y planchada, se me viene todo el sueño a la cabeza. Me acuerdo del barro que tenía encima, de lo pesada que era luego de tanta transpiración y de lo arrugada que quedó después de que todos se me tiren encima en el festejo. Pero ya no estoy soñando.

Salgo de mi casa por la misma puerta por la que entraba en andas. Arranca una carrera con obstáculos: el camino es más largo que siempre, el tránsito se preparó especialmente para trabar todos los accesos y, los semáforos, fieles hinchas del rival, me miran colorados porque temen. Temen que yo llegue. Temen que yo juegue. Tienen miedo de enfrentarse con semejante ejército azul. Todos con la misma vestimenta, todos tan concentrados y con el mismo hambre de gloria. Todos compañeros!

Yo ya estoy. Nostros ya estamos. "Somos nosotros", digo. Al lado mío hay más de 10 jugadores vestidos igual que yo. Los miro y me pregunto si habrán tenido que pasar por la noche, por el sueño y por el camino que pasé yo para llegar ahí. Miro para el costado y los veo a ellos que están lejos. "Están lejos porque temen", pienso. "Como no tener miedo a 11 personas que van a dar la vida por esa camiseta azul, embarrada, transpirada, arrugada pero llena de ilusiones! Como no tener miedo a 11 personas que partido a partido pintan sus pantalones blancos de tierra y de batallas!. Como no temerles a 11 jugadores que si tuviesen la oportunidad de descoser la pelota, como lo hacen con las medias azules, no dudarían en hacerlo!. Como no temerle a un equipo unido!"

Nosotros ya estamos en nuestros puestos de batalla esperando la orden. Miro el reloj y faltan 90 minutos. Otra vez, empiezo a soñar!

Que el éxito nos acompañe!
Vamos Enrique Carajo!